miércoles, 16 de septiembre de 2015

2015-09-12 - IX Festival Tajuña Rock – Cómo organizar un festival y no morir en el intento

Los festivales de música, y por ende los conciertos, son como rituales. Eso es lo que cuenta mi experiencia. Un servidor prepara este tipo de eventos con semanas de antelación, informándose de las últimas noticias referentes a los grupos que actúan, escuchando sus discos, recordando actuaciones pasadas,... El día antes, disciplinado y metódico, preparo la ropa que voy a vestir y repaso mentalmente el itinerario (si me desplazo en coche) y la hora de salida. Me gusta hacerlo. Necesito hacerlo.

Si he de ser sincero (como siempre) esperaba con ansia la celebración de este IX Festival Tajuña Rock. Tras varios años de ausencia por motivos que ahora no competen, era de esas citas que echaba en falta no solo por su calidad sino también por la calidez de sus organizadores, amén de la de la propia gente del pueblo de Morata.
Pasaban unos minutos de las nueve de la noche cuando Balas sobre Broadway Juan Fran a la guitarra y voz, Julio al bajo y voz y Juan a la batería – perdían su virginidad escénica (éste era su primer concierto), ante un público que les arropó (por su condición de banda local) y que disfrutó con su música, un rocanrol suicida al que auguro mucho futuro. Ganas e ilusión no les faltan. Destacar, además de canciones como “Perseguido” o “Quemar la ciudad”, la interpretación más “suave” de “Maldita sea mi suerte” o su “castellanizada” versión del tema “Rock n´roll” de los sempiternos Motorhead. 
 
Balas sobre Broadway le cedieron el testigo escénico a Leyenda, una banda con muchos años de experiencia y de vivencias musicales. Con cinco discos como tarjeta de presentación y temas como “Horizontes”, “Entórname los ojos” – ambos de su disco titulado “Horizontes” -, “Bienvenido al paraíso” y “Cuando toque luchar”, incluidos en su último larga duración, “Bienvenido al paraíso”, “Besos de serpiente” o “Desierto de hielo”, con el que interactuaron con un público siempre dispuesto a pasarlo bien, el grupo, - o lo que es lo mismo Antonio S. Montemayor (guitarra rítmica y voz), Diego Borealis (guitarra solista y coros), Javi García (bajo y coros), Dennys Singer (batería) y Santi Novoa (teclados) -, nos brindó un concierto variado que seguro hizo fans entre los asistentes.

Viga llegó a Morata de Tajuña para, entre otras cosas, presentarnos su último trabajo que han bautizado con el sugerente nombre de Ley de viga”. El quinteto madrileño - Isaac Palón (voz), “Chechu” Aurrecoechea y “Josete Agredeño (guitarras), Mariano Juárez (bajo) y Luis Garcés (batería) -, enamoró a los presentes con un rock sin concesiones, variado, pegadizo e intenso, auspiciado por unos músicos que, con una envidiable calidad tanto musical como vocal, disfrutan con lo que hacen. Los temas nuevos sonaron contundentes y precisos.

Juan Márquez, alma máter de Coz, demuestra en cada actuación el por qué de su continuidad en la música (que no en el negocio musical). Contando con un invitado de excepción - Miguel Oñate interpretó la canción "La paz es verde" -, avalado por su característica verborrea escénica, arropado por la calidad de unos músicos que han hecho del escenario la merecida prolongación de su vida - Miguel Ángel López-Escámez y Dani Moreno (guitarras) y Enrique Ballesteros (batería) -, y deleitando con temas como “Más sexy”, el precioso “El bate de béisbol” – hacía años que no lo escuchaba – o “Las chicas son guerreras”, amén de sus guiños a Johnny Winter y a John Lennon – “Imagínate” -, consiguió que los presentes recordáramos un pasado socialmente no tan feliz pero de efervescencia creativa donde el talento era la inequívoca tarjeta de presentación de muchísimas bandas. Una de ellas: Coz. Y otra, Ñu.
Jose Carlos Molina nos iba a brindar – en mi modesta opinión -, uno de los mejores conciertos a los que he asistido como público. Muy bien arropado por un elenco de músicos de una calidad impagable – Luis Romero (guitarra), Ramón Álvarez (bajo), Javier Arnáiz “Bumper” (batería) y Peter Mayr (órgano Hammond) -, y las inestimables colaboraciones de Jorge Calvo y Judith Mateo (que edulcoró los temas a los que prestó su genialidad al violín) -, el alter ego de Ñu, siempre expresivo, dando lecciones de teatralidad al interpretar el papel de creerse lo que hace (su propia vida), dirigió su barco hacia el puerto de la delicatessen musical con canciones ejecutadas con una precisión milimétrica, perfectamente arregladas y dejando a sus músicos el sitio adecuado para expresarse – hubo tiempo para la improvisación en el tema ”Más duro que nunca” que fue maquillado con pinceladas de “Smoke on the water”, de los míticos Deep Purple -. Temas de siempre – “Fuego”, “El tren azul”, con una introducción que nos dejó boquiabiertos, “El flautista”, “Preparan”, “Manicomio”, “No hay ningún loco”, la emotiva “Tocaba correr”, “La granja del loco” o “Ella” -, hicieron muy buenas migas con otros de más reciente creación, “Viejos himnos para nuevos guerreros”, entre ellos.
Una copa por un viejo amigo”, puso punto y final a una inmaculada actuación en donde los protagonistas fueron las canciones, los músicos y los asistentes que seguro estuvieron a la altura de las expectativas del multi instrumentista. Me quito el sombrero ante su actuación y brindo por Jose Carlos porque, dejando a un lado los egos y las soberbias mal entendidas (que en muchísimas ocasiones he justificado porque son las mías), es consciente de que, aunque las modas son pasajeras, el fan siempre está. Y si él disfruta, disfrutamos todos. Gracias Jose Carlos.
El grupo local Thunder fue el encargado de poner punto y final a la presente edición de un festival que promete volver. Iván Zacarés (voz), Raúl Blández y Dani Cantarero (guitarras), Alberto Clemente (bajo) y Víctor Frontán (batería), amenizaron un final de fiesta con su particular puesta en escena de unos temas que acarician el heavy metal con la fuerza del thrash metal.   

Después de agradecer a los organizadores y a sus acólitos – Jose María, Juanda, Juan -, el trato recibido (siempre cordial, cercano y muy correcto), quiero hacer una llamada de atención a las autoridades (no solo a las de Morata de Tajuña sino a todas las que manejan los hilos de esta nuestra piel de toro), para decirles que los artistas son la verdadera Marca España, esa que nos malvenden y nos meten con calzador a todas horas y desde todos los sitios. Ellos (los artistas) son los que ponen los pueblos y las ciudades en el mapa de nuestras memorias, de nuestras experiencias, de nuestro futuro. Apuesten por festivales de este tipo (bien organizados, en los que se paga un caché y en los que los grupos se sienten profesionales) porque lo demás son demagogias y especulaciones que, irremediablemente, nos conducen a la chapuza y al desánimo. Y a ser el país de pandereta que, en muchos casos, todavía somos.

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