sábado, 31 de octubre de 2015

2015-10-30 - Sala Cats - Dokken + Vanadine – Regreso a los ochenta

En 1982, año de la publicación de “Breaking the chains”, primer disco de los “hair metalerosDokken, yo era un adolescente de catorce primaveras. De su existencia como grupo tuve conocimiento años más tarde cuando disfruté de discos tan emblemáticos como el ya citado, “Tooth and nail” o Under lock and key”, álbumes que edulcoraron mis oídos pues contenían canciones tan sublimes como Paris is burning” – un clásico -, o “Alone again” – una balada que dignifica el género -. Desde entonces sigo sus huellas musicales porque para un servidor Dokken es sinónimo de calidad, a pesar de que la salida de la formación de su carismático guitarrista – hablo de George Lynchme resultara dolorosa y de que los posteriores cambios en las cuatro y seis cuerdas no me agradaran demasiado. Pero con el (¿definitivo?) asentamiento de la banda, esto es, Don Dokken - voz principal -, Jon Levin – (virtuoso de la) guitarra -, “WildMick Brown – batería -, y Chris McCarvill – bajo -, el cuarteto vuelve a encumbrar el sonido ochentero de melodías pegadizas y bien arregladas que desde sus orígenes definen al grupo. 
Para calentar el ambiente de la noche vivida en la madrileña sala Cats - C/ Julián Romea, 4 -, una discoteca adaptada a las necesidades de las actuaciones en directo y que para la ocasión registró una buena entrada, los organizadores se decantaron por el buen hacer de los suizos Vanadine, cuatro chicos que actualizan el rock & soul más tradicional en actuaciones memorables servidas en la bandeja del buen gusto por canciones creadas para el disfrute de los oyentes. “Fuck U”, “Da boobs”, o “Liar”, que bautiza su debut discográfico, fueron un buenísimo ejemplo de ello.  
Los americanos Dokken vinieron a presentarnos su última entrega discográfica (“Broken Bones”, publicada en septiembre de 2012 y undécima en la dilatada carrera musical del grupo), un buen disco que en nuestro país sólo estuvo al alcance del conocimiento de amantes del género y de fieles seguidores. Eran las nueve y media de la noche cuando las primeras notas de “Empire” desgañitaban a los presentes que, al unísono y en un arrebato de impaciencia, gritaron el nombre del grupo como si de un ritual de magia se tratara. Y así fue en un principio – temas como el citado, “Into the fire”, “Dream warriors” o “Breaking the chains”, primera de las dos veces que Don arroparía a Jon con la guitarra, luego repetiría en el tema “In my dreams” -, hicieron presagiar una actuación memorable que fue decayendo, principalmente por los problemas técnicos con los que tuvo que lidiar el cantante – no se escuchaba por los monitores -, y por la voz plana y carente de volumen que exhibió durante toda la actuación. Aun así, Don siempre se mostró cercano, cordial y preocupado por el disfrute del respetable.
De la esperada cita, además de la cuidada puesta en escena, cabe destacar la cálida respuesta que por parte del público tuvieron las composiciones más clásicas; temas como “The hunter”, “Kiss of death”, la preciosa “Alone again”, o “Tooth and nail”, que puso el punto y seguido a su actuación después de poco más de una hora, fueron coreados y cantados hasta la afonía. Dos minutos más tarde regresarían al escenario para interpretar”This fire” y ”When heaven comes down”. Y poco más. Una actuación en la que se echó (mucho) en falta el tema ”Paris is burning”, una delicatessen que hubiera sido la guinda perfecta de un pastel que empezó endulzando pero que se quedó corto de raciones. A pesar de ello el repertorio nos sumergió por momentos en un halo de éxtasis nostálgico donde afloraban sin gobierno las sensaciones y los recuerdos más dispares. Momentos únicos muy difíciles de superar.

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