domingo, 13 de diciembre de 2015

2015-12-12 - La Noche Azul – Sala El Grito (Fuenlabrada) – La magia tiene nombre y apellidos

El rock patrio, el barrial, el que se cimienta en valores cada vez menos universales como la amistad y el compañerismo, ese, todavía goza de buena salud. Del otro, el que en su día se alimentó de barrio y edulcoró sus canciones con litronas, parques y canutos, el que degusta las mieles agridulces de un éxito tan efímero como (a veces) casual, de ese no toca hablar. Parafraseando al colega Francisco Umbral, diré que hoy he venido a hablar de La Noche Azul, un festival que, además de la buena camaradería entre los músicos, promueve la música como fin último del deleite personal. Y también de la autodefinición del individuo como tal, aunque entre el público los artistas (no solo los músicos) que deben apoyar este tipo de eventos brillen por su ausencia.

Para dar cobijo a la congregación que el propio evento promovió a través de los medios de comunicación y de las redes sociales se pensó en la sala El Grito, sita en la localidad madrileña de Fuenlabrada, y que para la ocasión casi completa su aforo. Los grupos Sinestress, S-21, Teto y Juanjo Melero, amén del “lujuriosoÓscar Sancho que presentó el evento – en su papel de incansable activista regenerador del rock patrio -, fueron los encargados de encandilar a un público siempre dispuesto a la fiesta.

Pasaban veinte minutos de las ocho de la noche cuando Sinestress, encargados de dar el pistoletazo de salida al evento, hacían acto de presencia en el escenario. Un grupo que salió a por todas y que en sus cuarenta minutos de actuación dejaron un buen sabor de oídos con temas como “Sobrevivir” - en su presentación agradecieron los 25 años de Lujuria encima de los escenarios -, “Sobran las palabras”, “Un mundo sin ti”, y “Las botas gastadas”, amén del merecido homenaje a Sangre Azul con la interpretación del tema “Obsesión”, acompañados por quien fuera guitarrista de la banda, Jose Antonio Martin Moreno. Sin ser redundante diré que resultó ser una actuación muy bien estudiada, contundente a la vez que melosa, cuyo mensaje llegó y convenció a pesar de los fallos de sonido con los que tuvieron que lidiar. No se olviden de sus nombres - Juan Carlos García “Chimo” (voz), Miguel Ángel Gala “Miki” (teclados), Francisco José Salgado “Kiko” y Alejandro Penedo “Alex” (guitarras y coros), Jorge Daza (bajo) y Abel Vargas (batería) – porque empiezan a ocupar el sitio que les corresponde dentro de nuestro rocanrol.

A las nueve y diez de la noche el grupo liderado por el ex Sangre Azul Luis Santurde, esto es S–21, pisaban el escenario para presentarnos, además de sus canciones, a la nueva incorporación a las voces, Julio Dávila, que solventó la papeleta con atril y decisión. Calificar su papel de notable es quedarse corto. Entre las canciones que sonaron destacar “Vuelve”, “Vive con decisión”, la tenebrosa “Octubre”, “Dignidad” y “Fuiste cruel”, que goza de unas armonías y unos cambios de ritmo muy bellos a la par que sorprendentes. Cuarenta minutos de una actuación intensa en la que el respetable disfrutó coreando y bailando los temas.
Españoles: Teto ha vuelto”. Esta sugerente introducción (al pasado) invitaba a Teto a pisar el escenario, un grupo que ha hecho del humor inteligente y dosificado con buen gusto y mejor acierto su tarjeta de presentación. Faltaban diez minutos para las diez de la noche y con temas como ”Estoy perdido“, ”Prostributo“, o la balada ”Callos en los dedos“, que ralentizó el ritmo frenético y alocado (pero con rumbo) de su actuación, nos cautivaron a todos los presentes. Tampoco faltaron a su obligada cita “Pinchá en un palo”, para la que contaron con la presencia de Jimmy Dinamita, guitarrista de Pardaos – banda que rinde tributo a los orensanos Los Suaves -, “Animales“, un himno animalista que caló entre el público, o “Voy a pasármelo bien“, el incomprensiblemente desmerecido hit de Hombres G, al que dieron un toque más roquero y con el que despidieron su actuación. Minutos antes rindieron merecido homenaje a los excusados del evento, esto es, Sangre Azul, interpretando junto a Raúl, cantante de Cripta, el tema “Reino sin ley”. Felicitar a Roberto Resino y compañía (Víctor Varas, Markitos Gebe y David Santurde, vástago de Luis Santurde), por el rocanrol pegadizo, sincronizado y aliñado con un humor agradecido que no olvida el mensaje, que practican con solvencia. Darán (están dando) mucho que hablar.

No era la primera vez que disfrutaba de Juanjo Melero encima de un escenario. Tampoco será la última. El ex guitarrista de Sangre Azul (como muchos de nosotros, él sí estuvo allí), cumplió a la perfección su papel de disfrutar y hacer disfrutar con un repertorio basado en sus dos discos publicados hasta la fecha; temas como “Política conducta”, “Pilas gastadas”, con el que rememoró el (falaz) discurso del PSOE del año 1982 y al sempiterno Miguel Ríos, ”Todo me parece bien”, ”Pompa de jabón”, cuya interpretación endulzó con una llamativa guitarra Hamer de color rojo que, según el propio Juanjo, había utilizado en más de mil conciertos, ”Decir adiós”, ”Rebelde resistencia”, ”Palabras y corazones”, ”Entre la mortadela y el caviar”, ”Todo se acaba”, que le dió pie para presentarnos a la banda – Dani Serrano a la guitarra, César Valerón a la batería y Augusto al bajo, la nueva incorporación -, o ”Si me dan a elegir”, dedicada “a la mujer que me espera” y con la que puso punto y final a una inmaculada actuación. Sin sorpresas, como siempre.


A las doce de la noche, sin más preámbulos ni esperas, músicos e invitados se subieron al escenario para interpretar una versión del clásico de AC/DCHighway to hell”, muy atropellada y sentimental pero que sirvió para despedirse de un público, nosotros, que siempre arropó con sus aplausos y su presencia. De la ansiada reunión de Sangre Azul (que muchos han convertido en compulsiva) seguimos a la espera. Sin querer abrazar el pasado como excusa (¡cuánto daño nos ha hecho a los artistas!), un servidor tuvo la oportunidad (en más de cuatro ocasiones si la memoria no me traiciona) de ver a la banda pinteña encima de un escenario, una de ellas en una enlatada presentación en el televisivo programa A tope en el que, incluso, fueron entrevistados por la guapísima modelo Eva Mosquera. Corría el año 1988. Perdón por la arrogancia pero eso, por mucho que hoy se intente hacer un empalagoso remake de un pasado mejor, es irrepetible.

P.D.: Agradecer a David Peñuelas el aporte fotográfico; de su autoría son las instantáneas que ilustran mis palabras en la presente crónica. Su compañerismo siempre fresco y vital ayuda a seguir batallando en este mundillo del rock. Sigue así, Compañero.

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