viernes, 30 de septiembre de 2022

POR TI. POR VOSOTRAS


    A las nueve de la mañana el tráfico en Madrid es asfixiante. Más aún si llueve, como hoy. Después de la tregua navideña, los días de horarios y oficina retornan puntuales a la capital. Enciendo la radio del coche: 

    “El Gobierno ha actualizado las cifras de víctimas mortales de la violencia machista y eleva a 1.025 el número de mujeres asesinadas desde 2003”.

    Vengo de pasar la noche con Marcos, mi hijo, ingresado desde hace un mes en el hospital. La brutal paliza que le dieron a las puertas de una discoteca le dejó en un coma profundo. Una semana después vi en Internet el video de aquella descomunal zurra. Mil veces le di al play para memorizar cada gesto de aquellos cinco desalmados que en unos pocos minutos habían destrozado la vida de mi hijo, - un adolescente de apenas dieciséis años -, la mía y la de mi familia. Mil veces lloré al verlo ensangrentado, indefenso, tirado en el suelo y recibiendo puñetazos, patadas y golpes. Uno de ellos le acertó en la cabeza y lo dejó inconsciente. Aun así, siguieron golpeándolo. Ninguno de los muchos testigos acudió en su ayuda. En mi afán de castigar a los culpables, contacté con un detective privado. En menos de dos semanas ya sabía sus nombres, y sus apellidos, y sus domicilios. No era suficiente: necesitaba que aquella "manada" sintiera el dolor que sintió mi hijo. Ese afán de venganza me llevó a contratar los servicios de un sicario. Aunque el odio me consumía carecía del valor para enfrentarme a ellos. Ayer, al buscar unas fotos en el móvil de Marcos, descubrí un video en el que se le ve forzando a una joven en los lavabos de una discoteca. Con la mano derecha presiona su cuello mientras con la izquierda graba la atroz violación. Ella apenas puede respirar. Llora desconsoladamente. Está indefensa. Recuerdo su cara de pánico. Al soltarle el cuello, la chica grita: “No, por favor”. Marcos le levanta la falda, le rompe la blusa y la empuja contra la pared. Intentando defenderse, la muchacha le golpea el rostro. Como respuesta recibe un violento puñetazo que la deja inconsciente. Aun así, Marcos sigue forzándola. Ella cae al suelo. Aquel viernes, el primero de diciembre, mi hijo violó a una joven en los lavabos de una discoteca. La misma noche en la que recibió la brutal paliza.

    La radio dicta su sentencia:

    En el primer trimestre de 2019 se han registrado en toda España un total de 377 delitos de agresión sexual con penetración. Mayoritariamente son cometidas por hombres jóvenes o incluso adolescentes”.

   Se necesita poco tiempo para poner punto y final a la eternidad de un mundo que parece hecho para permanecer, un mundo de cuya fragilidad nadie se percata hasta que se rompe. Calle de la Vía Límite. Giro a la derecha. Avenida de Asturias, número 68. Policía Municipal de Madrid. Mi hijo es culpable de violación y voy a denunciarlo. Por ti. Por vosotras.

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