viernes, 21 de marzo de 2014

Entrevista a Manolo Tena - Ahora todo el mundo está intentando salvar su culo y no hay mucho tiempo para más



La primera vez que vi en directo a Manolo Tena fue un martes 7 de septiembre de 1993. La margarita deshojada de su música ya florecía desde que por casualidad mis oídos se inundaron de su magia al escuchar el disco “El limpiabotas que quería ser torero”. Entonces Manolo era el alma máter de Cucharada, un grupo de culto, fruto prematuro de los míticos Alarma. Veinte años y seis meses después ve la luz aquel concierto; una de las miles de voces que se escuchan de fondo es la de un servidor, por aquel entonces un chaval que se empapaba de la soledad y la frustración de las letras de este extremeño de nacimiento, adoptado para siempre por la inmortalidad de lo efímero.


Acabas de publicar el disco “Manolo Tena. El concierto de Las Ventas”, veinte años y seis meses después. ¿Crees que es el momento idóneo para sacarlo?

Los seis meses han sido accidentales. Por problemas técnicos y de fabricación se retrasó su salida. La idea era celebrar los 20 años de ese concierto. Creo que es un buen momento para sacar un disco que es un clásico, que se sabe lo que contiene; no es un buen momento para sacar discos nuevos que no se sabe lo que contienen. La calidad del disco y la referencia del público están aseguradas.

¿Qué expectativas tienes con el disco?

No lo sé. Ahora estoy haciendo otro tipo de cosas; probablemente llevarlo en formato acústico. Esta copia estaba perdida, nos llevamos una sorpresa al escucharla. Los músicos de aquella gira eran de los mejores de España en aquella época. Lo estoy descubriendo en las entrevistas. Para el tiempo que hace que se grabó suena bastante bien. Lo ha producido Jose Luis Rupérez.

¿Qué recuerdas de aquel concierto?

Recuerdo la confianza con que la gente gritaba mi nombre desde abajo. ¡Era tan cercano!

¿Añadirías o quitarías algo dos décadas después?

Si me das a elegir hubiera cantado algún tema con Andrés Calamaro, haber hecho un dúo de algún tema. Ese fue el único detalle que se me escapó.

¿Consideras que “Sangre española” es el disco de tu consagración como artista?

La gente me conoce por las canciones “Sangre española” y “Tocar madera”. Sangre española” es el disco que aglutina más canciones con las que he llegado a más gente. No es ni mejor ni peor que otros. “Marilyn Monroe”, que luego cantó Ana Belén en el disco “Mucho más que dos”, o “Frío”, no son peores que éstas. Para Rosario compuse el tema ”De ley”, que da título al disco y otra canción más. El resto eran de su hermano Antonio. Lo bonito de aquello fue que todos éramos amigos y no lo hacíamos por dinero sino por amistad. Ahora todo el mundo está intentando salvar su culo y no hay mucho tiempo para más. Vamos a lo que vamos. La música es arte pero también es negocio. Siempre hay una época en la siembra de barbecho y de siembra. Ahora estamos en época de barbecho aunque habrá una de siembra. Y cuando pase la crisis, los grupos emergerán ya que están cocinando la música del futuro.

Además de grandes artistas como Miguel Ríos, Ana Belén, Luz Casal o Rosario, ofreciste tu talento al servicio de causas como "Médicos del mundo" o "Los presos de Carabanchel". ¿Con qué causas está comprometido actualmente Manolo Tena?

Grabamos un disco con la gente que estaba en la cárcel que se tituló “Rock de la cárcel”. Recuerdo que había una chica que venía de la cárcel de mujeres escoltada por la policía,… Como dice Jaime Asúa, un mal día lo tiene cualquiera. Ahora mismo estoy comprometido con la causa de las enfermedades raras,… Donde me llamen. El próximo será un homenaje a Germán Coppini en el mes de mayo.

¿Has aparcado tu faceta de poeta?

Tengo un libro de poemas y otro de canciones. Posiblemente lo publiquemos como e-book. Es el futuro. Aunque me gusta mucho el formato en papel, subrayar,… ¿Sabes lo que más pesa en la maleta cuando viajas? Los libros.

¿Algo que hayas escuchado últimamente que te haya llamado la atención?

Soy poco sectario. Yo escuchaba a Camarón en los años 70. Cuando se murió todo el mundo lo había escuchado pero yo tenía todos sus discos. Tengo épocas en las que escucho sonidos binaurales, que estimulan la memoria o la salud. Escucho música para la meditación. Y cuando ya estoy harto de todo, me pongo a los Sex Pistols y a The Clash. Todo aporta.

¿Cómo definirías tu trayectoria artística?

Tenaz. En mis peores momentos he escrito himnos gloriosos como “Frío” y en mis mejores, aunque he estado más descuidado, siempre he llevado en el bolsillo un lápiz y un cuaderno. Uno sale todos los días a pescar y unas veces los peces pican y otras, no.

¿Quieres añadir algo más?

Como viví unos años tan tremendos de la dictadura, he visto lo que he visto y se me han quedado tantos compañeros por el camino, creo que estar aquí hablando contigo es un verdadero milagro. No estoy dispuesto a amargarme el día gratuitamente. Ahora estoy disfrutando de todo, de la infancia de mi hija,… Estoy de vuelta y en paz con la vida. 

3 comentarios:

  1. Monstruo Manolo y que Dios te lleve en la palma de su mano. En Andalucia tenemos locales para conciertos, te esperamos.

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  2. El disco de las Ventas al final lo tuve que comprar On Line, en algunos grandes almacenes estaban agotados. Anécdota voy a comprar otro, este ya lo tengo gastado y me he aprendido todas las canciones de memoria.

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  3. Terrible noticia, Storn. No te digo Amado porque es el nombre de un exvicepresidente y exministro de economía que cometió los peores delitos de corrupción dejando junto a su jefa quince millones de pobres.


    La historia de Tena, con sus idas y venidas me recordó este poema que escribí hace años. Espero que te guste:


    Supongamos


    Supongamos
    que Van Gogh hubiera muerto
    sin tener un hermano leguleyo
    y una ambiciosa cuñada con contactos.
    Que los girasoles nos recordaran el campo
    y no una tela bien pintada en otro siglo;
    que Arlés y Montmajour
    estuvieran a la vuelta de mi calle
    y fuera verano y puesta de sol
    en nuestro corazón de vacaciones.

    Supongamos
    que el recostado señor
    entre valles de paja y azulinos,
    a la hora de la siesta,
    es mi vecino, el vago de la esquina
    que no suele ducharse por las noches,
    ni darse algún buen baño de sales
    cada tanto,
    y la mujer, su humilde servidora,
    con un pañuelo blanco,
    resignada a los vómitos y ausencias
    vela por él,
    apoyando en su pecho la cabeza.

    Supongamos
    que la nostalgia no viste su apellido
    y ha olvidado los nombres por completo
    mientras vuelve a girar la rueca de un molino
    y una vaca a lo lejos,
    salpica sangre en crueles mataderos.

    Supongamos
    que la tierra y el cielo del dorado
    pincel con que decoran los museos
    es una brocha gorda y desgastada
    que pinta las paredes de un hospicio
    de un cuarto con goteras
    en el Sur de Francia en el que me abismo.

    Es cierto
    que no fumo, no tomo,
    no consumo
    sustancias permitidas ni prohibidas,
    y subo a taxis y autobuses,
    con la tibia rutina de escribiente
    y estas tercas imágenes persiguen
    mi día de planicies ordinarias.

    Ser sobrio es un problema verdadero,
    tonto emblema,
    que aparenta negar la poesía,
    el sexo sin motivo, las venganzas,
    la pasión del amor desenfrenado,
    las milicias de guerra,
    los flamantes exilios interiores
    que estila todo vate que se digne.

    Supongamos,
    por temor al silencio de la muerte,
    que solo se mastica con palabras,
    que tumbados ante el espejo
    conocemos a Vincent y su obra.
    El pobre anda quejoso de un oído,
    le supuran las rabias,
    los idilios truncados,
    el violín que le zumba en la sordera
    lleva años de húmedas estancias,
    y nos sentamos ante sus pinturas,
    atónitos y boquiabiertos,
    como si fuera el séptimo día de la Creación
    y no existieran críticos que bendijeron la tela
    para subir el precio en el mercado de arte
    que carece de mitos y los funda.

    Supongamos
    que podemos decirle “Me gusta”
    desde adentro, como conocidos antiguos,
    a través de una nube inalámbrica
    y Van Gogh nos observara con su vieja juventud que
    no alcanza los cuarenta.
    ¿Sería nuestro cuerpo el instrumento
    que haría tolerable la inquietud del deceso del artista?
    No lo sé, pero pienso mucho en esto
    porque desde que comencé a escribir este poema
    no cesa de llover entre Sarandí y Crucecita,
    por cada relámpago truena
    y es un golpe mortal para las chapas
    de casillas de barrios de emergencia,
    asentamientos indisimulados
    que son las cuerdas rotas de esta época
    de frívolos orgullos
    y promiscuas miserias detonadas.

    El agua que ha caído, espesa y dolorosa,
    me recuerda otros cuadros, otros tiempos,
    en los que veíamos llover por los cristales,
    abrazados en tibias contorsiones,
    riéndonos del plan de los maestros,
    fundiendo la saliva enamorada
    y nada era importante
    excepto el rozamiento de las pieles.
    Olvidemos
    que hoy nuestras señales
    patinan en el piso carcomido
    y una lumbre de niebla lastimera
    dilata la distancia.
    Suponer, olvidar, vivir, sentir,
    resbalarse, perder, amar, morir:
    los juegos que propone el alfabeto.




    Veo que sigues trabajando duro. Felicitaciones.

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