“Los
falsos cristianos”
es la segunda de las novelas que conforman la trilogía que habla de
Caracca ―la antigua ciudad prerromana que Quinto Sertorio les
arrebata a los carpetanos― y de la localidad alcarreña de Driebes,
descrita por el propio Storni como “ese
lugar idílico donde se satisfacen todos mis imposibles para que
aflore, tan mágicamente, lo sublime de mi yo más creativo”.
Al igual que en “La
soledad de lo invisible”,
su antecesora, en “Los
falsos cristianos”
conviven dos novelas. La primera, narra la historia de Caracca desde
la batalla del río Tajo, fechada en el 220 a. de C. y primero de los
enfrentamientos que dirige el general Aníbal Barca contra los
pueblos prerromanos de la Meseta Central, hasta su conquista para
Roma por el general Quinto Sertorio, en el año 73 a. C. La segunda,
nos descubre un asesinato cometido en Driebes y en cuya investigación
se ven implicados, una vez más, el comisario Leo Vadillo y el
subcomisario Santiago Campillo. Las dos historias convergen en el
denominado “Proyecto
de excavación de la necrópolis tardo antigua de Caracca”.
En “Los
falsos cristianos”
la verdad se presenta al desnudo y destapa los conflictos familiares,
y las envidias mal curadas, y las heridas que no cicatrizan, y las
tensiones amorosas no resueltas, enredos todos ellos que germinan la
semilla de un mal tan visceral que perdura en el tiempo pues se
transmite de los padres a sus hijos. Como bien afirma el escritor
inglés Charles Spurgeon, “nadie
en el mundo puede ser condenado de manera más terrible que aquel que
ha sido un falso cristiano”.
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