“La vida a nadie se la dan
pero a algunos se la regalan,
repartieron mal el pan
y nos han roto las alas”
Tengo cuarenta y tres años y más de mil conciertos a mis espaldas. He sentido la fuerza escénica de miles de grupos que como Marea han conseguido con su sinceridad y sus buenas maneras que el rocanroll sea mi verdadero hogar, un hogar donde ondea la bandera del respeto y la credibilidad en lo que hago. Y esa es, señoras y señores, mi filosofía de vida.
Pasados cinco minutos de las diez de la noche sonaban los acordes de
“Bienvenido Al Secadero”, canción perteneciente a la última “placa” de los navarros y que han bautizado con el merecido título de “En Mi Hambre Mando Yo”. Fue entonces cuando el público, que llenó el Palacio de los Deportes de la Comunidad de Madrid, destapó el tarro de la adrenalina acumulada durante días (semanas diría yo) de una espera intensa para arropar con su aliento, su presencia y sobre todo con su voz a los de Berriozar. Si un grupo es lo que es su público Marea son grandes, muy grandes, “más grandes que la luz del día”. Esta eufórica bienvenida se enlazó con otra delicatessen también de su último trabajo titulada “La Majada ” (Kutxi se había despojado ya del poncho que llevaba puesto), y a la que siguieron “Duerme Conmigo” y “En Tu Agujero”. Mikel Poza, autor del diseño de las calaveras que acompañan al grupo en el escenario, se encargaría de “decorar” la actuación con sus graffitis demostrando una vez más que la música y el arte (callejero) mantienen una relación estable y duradera.
“Muchas gracias Madrid. Estáis más guapos que nunca”, fueron las palabras con las que un siempre agradecido Kutxi nos presentaba “Canaleros”, canción que como otras muchas fue aliñada con el humo ficticio de un cigarro electrónico. Luego acudirían a su obligada cita los temas “Petenera”, “Que Se Joda El Viento”, “Manuela Canta Saetas”, “Las Últimas Habitaciones” (minutos antes Kutxi fue “obsequiado” con un tanga lanzado por el público), “Corazón De Mimbre”, “Ojala Me Quieras Libre”, (cantada junto a Luter), y “El Día Que Lluevan Pianos”. Arroparon a Kutxi en el escenario los incombustibles Eduardo Beaumont (“El Piñas”), al bajo, que cantó los temas ”Con La Camisa Rota ”, “Alfileres” y “Trasegando”, mientras el “frontman” se tomaba un merecido descanso, César Ramallo y David Díaz (“Kolibrí”) a las guitarras y Alén Ayerdi a la batería, todos ellos flor y nata instrumental que con su profesionalidad dan la consistencia y el empaque necesario para que engrane a la perfección la maquinaria que mueve a los navarros.
”Ángeles Del Suelo”, “Ciudad De Los Gitanos”, cantada junto a Poncho K (“por vuestros muertos y por los nuestros”), “Barniz”, “Sobran Bueyes”, “
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