Steve Vai llegó a Madrid para presentarnos su última delicatessen musical, la titulada “The story of Light”. Y todos los que fuimos a disfrutarle al Hotel Auditórium, un recinto que sin completar el aforo sí que registró una muy buena entrada, nos llevamos el buen sabor de boca de un músico que idolatra la guitarra, que juega con ella como si se tratara de una extremidad más de su cuerpo, regalándonos sonidos insospechadamente bellos.
Eran las diez menos cuarto de la noche cuando el guitar hero daba el pistoletazo de salida a un concierto que prometía ser memorable y que cumplió su promesa. El madrileño Hotel Auditórium, testigo privilegiado de numerosas actuaciones todas ellas de renombre, fue el escenario perfecto para llevar a cabo tan selecto evento; un espectáculo en el que la guitarra siempre fue protagonista – cada pieza se interpretó con una guitarra distinta - y en el que el maestro siempre estuvo muy bien arropado por la Evolution Tempo Orchestra, formada por un elenco de músicos que elevaron el nivel instrumental a la máxima potencia. El concierto empezó con el tema “Frangelica part 1” , interpretado únicamente por la orquesta que entregó el testigo instrumental para el merecido lucimiento de Vai y que lo recogió con la canción “Racing the world”. No faltaron a su cita canciones como “Velorum”, la preciosa “Answers”, “Salamanders in the sun”, o “Liberty”. En repetidas ocasiones Steve nos dedicó su mejor español para agradecernos los aplausos – “Muchas gracias” -, y nos mostró sus preciosistas cualidades instrumentales cuando tocó sentado en una silla o cuando abandonó el escenario e interactuó con el público, con quien habló y se hizo fotos mientras tocaba. También regaló púas, dedicó temas y firmó discos, dejando en el camerino su indiscutible condición de estrella del rock y enseñarnos así su lado más humano.
La improvisación - estudiada al milímetro- , el virtuosismo - que endulzó sin empalagar -, y la participación de un público siempre correcto y entregado al show, hicieron que las casi dos horas de actuación no resultaran nada monótonas. Para terminar, Steve escogió los temas “For the love of God”, y “Kill the guy with the ball”, dos piezas que levantaron al respetable de sus asientos. Como anécdota decir que Carlos de Castro, otro maestro de la guitarra, estuvo disfrutando del espectáculo en la butaca contigua a la mía. Cuando le pregunté su opinión acerca del concierto, la respuesta del “barón” fue escueta pero sincera: “Bien”.
Sentimiento, entrega, cercanía, profesionalidad, elegancia, magia, … Todo eso es Steve Vai.
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