No sé si conocerá, amigo lector, el funcionamiento de una pistola. Un proceso automático que dura centésimas de segundo, tan sencillo como tremendamente eficaz. Así son las canciones de Evaristo Páramos: sencillas pero efectivas de necesidad, bailables y a rebosar de la adrenalina de unos textos cuyo mensaje se nos hospeda en el alma sin permiso. En definitiva, canciones todas ellas que conocen a la perfección las calamidades de un mundo como el nuestro y de los atropellos a personas como nosotros.
A las nueve y media de la noche daba el pistoletazo de salida un concierto que iba a ser inolvidable, tanto por las entradas vendidas - la sala Penélope en su acertada apuesta por el caballo siempre ganador del buen gusto musical colgó una vez más el cartel de ”sold out” - como por el público asistente, tan necesitado de escuchar verdades. A “Crónicas de un cerdo”, canción que tras una acertada introducción de “El padrino” abrió la caja de Pandora más musical, le siguieron “Señor juez”, “Lehendakari”, “Mucha muerte”, la delicatessen sonora “La última patada”, “Lucky man”, con la que el público enloqueció, o “Paña”. En la justa mesura entre los temas más clásicos y los de su última entrega discográfica, titulada “Siglo XXI”, no faltaron a su obligada cita “Otra canción para la policía”, ”Hemos venido a divertirlos”, “Ultras”, “Un minuto en libertad”, “Kapitalismo”, “La jota de la derrota”, “Txus”, que volvió a enloquecer al respetable, “Áfrika”, “Siglo XXI”, con la que tras hora y media ininterrumpida dieron comienzo los bises, “Fosa común” y “Odio a los partidos”, que puso punto y final a una frenética actuación de casi dos horas de duración.
Grande gattillazo, Evas eres un genio. Como disfrute cantando fosa komún a tu lado. muchas gracias otra vez
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