Lamentablemente, en el mundo que nos ha tocado vivir, a las personas, y por ende a los artistas, se nos juzga por nuestros errores y no por nuestros aciertos. Hay personas, no todas por suerte, que esperan el fallo de quienes acertaron siempre, que critican para hacer daño y no para corregir. La boca hiriente de todos esos mamamodas fueron cerradas a golpes de música y de actitud de artista que llevan tatuada los componentes de El Drogas (como grupo), en el concierto ofrecido el pasado día 20 de octubre en el Espacio Tyce de Guadalajara, pistoletazo de salida a la gira "Te cantamos las cuarenta"; una actuación tildada por todos los que asistimos de inmaculada y sublime. ¡Como siempre! Habrá quien diga que no hubo tanto público como se esperaba o que el evento fue poco promocionado (ni el ayuntamiento de la localidad sabía de su celebración). Pero la gira, que repasa muy acertadamente la calidez humana y musical de este icono del rock, dará mucho más que hablar porque en este mundo que nos ha tocado vivir, a las personas, además de criticar, también nos gusta comparar con quienes no están o con los que estando, van de ausentes. Saquen sus propias conclusiones y juzguen... pero siempre desde la perspectiva del vaso medio lleno, por favor.
A las nueve en punto de la noche se abrían las puertas del Espacio Tyce y en el vestíbulo nos esperaban Txus Maraví y Enrique Villareal, para darnos una sorprendente bienvenida en acústico, guitarras en mano; una bienvenida que las poco más de veinte personas que fuimos testigos afortunados, agradecimos y disfrutamos. Después, a las diez en punto de la noche, daría comienzo un concierto en el que el iruindarra nos paseó cogidos de la mano por lo más selecto de su talento musical. El Drogas arrancó con una versión en acústico de "Sean bienvenidos", vestido con la elegancia que dan unos pantalones de corte, una chaqueta, un sombrero de copa y unos zapatos de negro charol. La fiesta continuó con la descarga de temas como "En punto muerto", "Así", "Las paredes del pozo", o "Contra la pared", el primero de los temas con el que nos recordaría su paso por Barricada.
Acertados también fueron los guiños al disco "La tierra está sorda", con canciones como "Pétalos", "Matilde Landa" o "Los maestros", esta última dedicada a la educación pública y todas ellas merecido recuerdo a los compañeros y compañeras que lucharon y dieron su vida por la Libertad. Es digno de ver cómo Enrique siente, canta y cuenta, de una manera especial, cada uno de estos temas. También hizo un repaso tanto a su etapa en Txarrena, con temas como "Todos los gatos", "El fuego de la tarde", "Con tu piel", en la que El Drogas, ya sin camisa, se desabrochó el cinturón del pantalón en un acto de liberación de todo aquel incómodo vestuario, "Estos clavos", o la preciosa "Algunas cosas por terminar", como a sus comienzos en Barricada - "No sé qué hacer contigo", la sentida "Deja que esto no acabe nunca", "Barrio conflictivo", "Oveja negra", o "Sofokao" -, que la gente agradeció cantando y bailando sin descanso. El concierto también fue una cita obligada para canciones como "Lentos minutos", "Con un par", "Sin reverencias", "El lobo feroz", "Fue 24 D... ¿y qué?", que dedicó a los compañeros presos, o "Cerocomasiete". Con el tema "Nada sin tí", que aceleraron al final, dieron por terminada, después de dos horas de sudor y baile, una primera parte de actuación inmensa, donde la música fue protagonista indiscutible.
Para los bises se reservaron los temas "Todos mirando", "En la silla eléctrica", "Salvaje mirar", "Víctima", "Animal caliente", "Frío", preciosa versión de los míticos Alarma, y "Empujo pa ki", con la que El Drogas agradeció que esta gira que le llevará por toda nuestra geografía, diera comienzo en la capital alcarreña. Regresaron a los camerinos para, dos minutos después y con El Drogas luciendo nuevo vestuario - zapatillas, vaqueros con tirantes y camisa roja y negra -, tocar los temas "Es otro corazón", la archiconocida "En blanco y negro", en la que el frontman nos volvió a deleitar con su malabarismo imposible con dos bastones y a colgar en el micrófono un pañuelo de la bandera republicana que le entregó alguien del público, para terminar, después de casi tres horas de actuación, presentando a la banda mientras tocaban "Azulejo frío".
El Drogas, además de demostrarnos su dominio con la cachava y las palabras, nos dejó muy claro que el rocanrol, el suyo, el de todos nosotros, no se nutre de lentejuelas y posturas que poco aportan a este tipo de espectáculos que apuestan más por la música que por la propaganda banal y demagógica. Del resto de la banda decir que siempre estuvieron atentos con un público que siempre estuvo entregado: Brigi Duke, pletórico a la batería, "Flako", muy participativo y Txus Maraví, haciendo de la guitarra una prolongación de su cuerpo. Hay que mencionar el detalle que el guitarrista, al darle su púa, tuvo con un jovencito del público, gesto que el imberbe seguro que no olvidará jamás. Destacar también el acierto por parte de la organización de dejar que los niños se empapen de la calidez humana y musical de este tipo de espectáculos. Y poco más que decir; desearle a El Drogas mucha suerte en esta su nueva andadura, que ya es la de todos nosotros.
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