El panorama musical se alimenta a diario con apuestas tan variadas como interesantes, apuestas que en la mayoría de los casos y para desgracia de la música, son fagocitadas y caen en el olvido para siempre, culpables del único delito de lanzarse sin red al vacío de un mundo, el de la música (¿negocio de la música?), más preocupado en vender que en deleitar. Entonces, ¿qué tiene Niña Malvada que les haga diferentes dentro de esa amalgama musical? A lo largo de mi dilatada carrera como periodista he tenido la oportunidad de asistir a la escucha en primicia de discos malos, mediocremente malos, buenos, y otros maravillosos que entraban por la puerta grande al Olimpo de las obras maestras desde la primera escucha. Es el caso de Niña Malvada, un grupo que en su primera apuesta musical, vestido por once canciones, han derrochado ganas y talento invitando al que lo escucha a quitarse el sombrero. Chapeau. Decirles, en prejuicio de que parezca que me han pagado por ello, que el septeto – Dannyel Barragán a la voz, Borja Bueno a la batería, Alberto L. Garrido al bajo, M. Angel Tanetti y Javier Balmoral a las guitarras y Noemy Martínez e Irene Arias a los coros -, destila amabilidad y cercanía por los cuatro costados y eso les hace, como poco, bastante interesantes.
El primer viernes de marzo se nos citaba a un puñado de periodistas en los acogedores estudios Tatami, situados en la madrileña localidad de Boadilla del Monte, para asistir a la escucha de siete de los once temas del disco de Niña Malvada, de los cuales cinco, a primera escucha, me parecieron verdaderas delicatessen musicales. Un puñado de canciones que abrazan las grandes producciones de rock americanas, con estribillos frescos y pegadizos y coros muy elaborados pero sin olvidar las raíces hispanas en unas letras cantadas en su totalidad en castellano. El adelanto del disco, que cuenta con interesantes colaboraciones y cuya fecha de salida al público se espera para el 25 de marzo, apostó (y ganó) por que los presentes nos sintiéramos como en casa, haciéndonos partícipes en todo momento del sentimiento más fresco y extrovertido que destila el grupo y que han sabido plasmar en las composiciones. La minuciosa labor tanto de Víctor Martínez a la producción (éste es su tercer proyecto) como de Carlos Hernández “Charly”, a las mezclas, ha conseguido convertir, con mucho talento y más dedicación, un producto en un disco, hartos de “tragarnos” como buenas producciones vacías de calidad y con contenidos poco creíbles; producciones en las que grupos y solistas españoles entregan un cheque en blanco de confianza para que productores foráneos, cuyo nombre supera con creces su talento, hagan discos como churros en vez de churros (de discos) como discos.
Los siete temas escuchados - “Otra noche”, un trallazo de canción idónea para abrir la placa, “Si te vas”, “La más bella princesa”, “Niña malvada”, “V.O.”, “Solo tú”, o “Lágrimas en el bulevar”, beben de los tópicos más típicos de enganchar porque entran en la cabeza como en la cabeza entran el cariño o la soberbia. Tienen prevista que la presentación oficial del disco (amén de otras sorpresas) sea el próximo 20 de abril en la madrileña sala Ritmo y Compás. Le aconsejo, amigo lector, que si quiere ser testigo de una nueva forma de entender la música, directa, glamurosamente desenfadada, con algunas pinceladas gamberras pero sobre todo jovial y divertida, no se pierda la puesta de largo de este disco que promete romper clichés y abrir fronteras. Y recuerde siempre que ser malvado es bello. Mucha suerte chic@s.
No hay comentarios:
Publicar un comentario