domingo, 16 de febrero de 2014

Keroseno - Hasta el amanecer – Regreso al futuro de los años ochenta


Según la R.A.E. keroseno (también queroseno), es un líquido inflamable, mezcla de hidrocarburos, que se obtiene del petróleo por refino y constituye una fracción ligera que en la actualidad se emplea como combustible de aviones de reacción, en las calefacciones domésticas y para fabricar insecticidas. Un nombre, quizás el más apropiado para bautizar una apuesta musical como la de este grupo abulense – Gemma Orgaz (voz), Aurelio López (batería), Ángel Jiménez y Alonso Martín (guitarras) y Carlos Saldana (bajo y teclado) -, tan inflamable en su definición como en su ejecución. Keroseno abraza el heavy metal más clásico, con agradables y atractivas pinceladas melódicas, en el que la voz melodiosa a la par que convincente de Gemma se nos ofrece como una singular tarjeta de presentación. Es de agradecer que en este mundo (el de la música en general y el del rock en particular), tan marchito de voces femeninas, florezca con la suya. “Hasta el amanecer” (2011), tercera placa del grupo en su dilatada trayectoria musical –"Vendrás conmigo" e "Instinto Animal", son sus predecesores -, es una auto producción muy elaborada tanto en la presentación (el disco viene arropado por un libreto en el que se recogen las letras y algunas imágenes del grupo) como en el contenido.
El disco se abre con “Intro”, un corte muy melódico que no llega al minuto de duración y al que dan merecida continuidad temas tan emblemáticos como “Gritos de esperanza”, muy pegadizo (que no comercial), “Amanecer”, con reminiscencias del mejor heavy metal de los años ochenta (en mi opinión de lo mejor del disco), “Disfrazada”, con unos arreglos de guitarra vestidos de domingo, “Nunca más”, un medio tiempo que, in crescendo, supone un puente entre la magia y lo convencional, o “Lealtad”, que cuenta en su haber la fusión entre el rock y la música épica y medieval, ritmos que endulzan sin empalagar. Ponen punto y final los temas “¿Alguien da más?”, muy en la línea de los Judas Priest más legendarios – “atrapada por los muros de esta maldita ciudad, echo de menos sus brazos, una noche más“ -, e “Hibernia”, una exquisitez instrumental en la que los músicos hacen gala, una vez más, de su talento interpretativo. En definitiva, un disco muy recomendable que insufla al espíritu unas ganas imperiosas de bailar (yo lo he hecho un par de veces mientras escribía la presente reseña) y que seguramente hubiera ganado en consistencia y empaque sonoro con una mejor producción (en este trabajo a cargo de Rodrigo PérezAlquimia Studios). La calidad instrumental del grupo nos invita a seguirles en directo, su hábitat natural, donde su apuesta musical, emulando al buen vino, mejora y deleita. 

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