miércoles, 5 de octubre de 2022

NO ME HABLES DE FUTURO

Era apenas un niño el día que el rocanrol me jadeó su aliento. Sin permiso. Ilusionante. Contundente. Como al alma se prenden el deseo, o los recuerdos; los imborrables. De adolescente invertí todos mis ahorros en los servicios de un vidente que prometió guiarme hasta el espíritu incoercible de Jimi Hendrix. Pero resultó ser un farsante; un aprendiz de ventrílocuo con mucha más labia que buenas intenciones. ¡Cuántas noches me reencarné en los egregios dedos de Robert Johnson! ¡Y en la voz impecable de Bessie Smith!  Amanecía un lunes de diciembre, el segundo del año mil novecientos ochenta para fechar la historia con total precisión. Recuerdo que conducía un escarabajo, alquilado, de color negro. La radio lloraba la muerte de John Lennon. Aquella fue la manera más dolorosa de adormecerme el futuro. Me detuve en un paso de cebra con la esperanza de que alguien lo cruzara. Pero aquella mañana nadie paseaba por Abbey Road. 

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