VOLABA una intrépida mariposa
mostrando al mundo entero sus colores:
del jazmín a la rosa, de la rosa
al clavel y del clavel a otras flores.
Y aquella madreselva tan longeva
por Dios hubiera sido sin dudar
nombrada como Edén particular
poniendo de guardianes a Adán y a Eva.
Pero ocurrió que aquel insecto vivo
sobrado de belleza y de alegría
cayó en las redes de un coleccionista.
Prendidas de alfileres y adhesivo
de algún museo en una estantería
el Hombre nos enseña sus conquistas.
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