viernes, 8 de abril de 2011

PONGAMOS QUE HABLO

HAY un espejo de bohemia, de buen gusto y timidez
donde nos miramos los que intentamos ser poetas como él,
dueño de todos esos versos heridos de Amor
de la mano bajo la falda de tu corazón.

Acostumbrado a retratarse con tahures e iluminados,
con prostitutas, perdedores y genios desaprovechados,
vendedor de esas calles que no amanecen con el sol
de pasajes a la nostalgia en cualquier canción.

Ese poeta necesitado de esos labios que le digan: (Guapo)
Eres el hombre de mi vida,
no hago otra cosa que pensar en ti”.

Ese alquimista de los sentidos,
de todo aquello que yo no he sido,
aunque cuando hablo de mi os estoy hablando...


Hay un manantial de ingenio, de doctrina y sencillez
donde bebemos los que queremos ser maestros como él,
padre de todos esos hijos de la adversidad
del pincel con que pinta los sueños la realidad.

Encaprichado en sus desvelos de cualquier ave de paso,
de ojos verdes y negras noches perfumadas de fracaso,
mártir de esa amante “Que se llama Soledad”
de un cuarto de “Hotel, dulce Hotel” en cualquier lugar.

Ese poeta necesitado de esos labios que le digan: (Guapo)
Eres el hombre de mi vida,
no hago otra cosa que pensar en ti”.

Ese alquimista de los sentidos
de todo aquello que yo no he sido,
aunque cuando hablo de mi os estoy hablando...


De esa Chispa de inocencia
que supo apagar Lucía
de ese hombre en la escalera
en calle Melancolía.


De esas niñas que en su infancia
eligieron ser princesas
de ese mar que naufragaba
en un vaso de ginebra.


De Quevedos y Nerudas,
de Silvios y José Alfredos, (sigues siendo el REY)
de esa voz pidiendo ayuda
a la Virgen del Deseo.


De tantas rubias de bote
que en la ermita de la gloria
los devotos del escote
las rezamos de memoria.


De esos verbos en presente
que el Amor conjuga a gritos
de los besos que en la frente
nunca abren el apetito.


De esos “te quiero” sin nombre
con sabor a nicotina
de todo eso que se esconde
en la piel de un tal Sabina.


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